Uno de los grandes retos en Honduras es alcanzar la seguridad alimentaria y el aumento de los ingresos en la población rural del país. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística, más del 70% de la población extremadamente pobre vive en la zona rural y en muchas ocasiones en tierras de ladera, inapropiadas para la realización de actividades agrícolas, tanto desde el punto de vista económico, por sus bajos rendimientos, como desde el punto de vista ambiental, ya que afectan la cantidad y calidad de agua así como también amenazan los bosques y otros recursos naturales.
Ante este reto de balancear la producción agrícola y la conservación de los recursos naturales, la Fundación Vida en el marco del proyecto PRASA, financiado por la Agencia Canadiense para el Desarrollo Internacional y liderado por Oxfam-Quebec, está impulsando la diversificación de cultivos, el respeto a la potencialidad del territorio, el aumento de la tecnificación y el impulso del uso de insumos orgánicos como los Microorganismos Eficientes de Montaña. Estos como su nombre lo indica, son bacterias y levaduras que “activan” el suelo, aumentando así el potencial productivo del mismo. La tecnología, desarrollada inicialmente en Japón, es preparada por cada productor y consiste en crear una solución con la mezcla de ingredientes naturales como estiércol vacuno, afrecho, levadura y hojas secas de la localidad.
Esta tecnología ha sido probada con éxito por Olman Gómez, habitante de la comunidad Pie de la Cuesta en la subcuenca del Rio Apane, quien ha aumentado significativamente su productividad con este nuevo insumo orgánico. A la fecha los Microorganismos eficientes han sido probas como abono y como control de plagas y enfermedades en legumbres y maíz, aunque su uso en otros países incluye la aplicación en tubérculos y árboles frutales. Entre los beneficios de esta tecnología se citan el incremento en la producción de alimentos y mejoramiento de la salud al evita el uso de químicos, crea una situación económicamente beneficiosa para productores y consumidores y ayuda a conservar el ambiente.
Con su familia de seis integrantes, Olman está en proceso de cambiar su sistema de producción al no usar más químicos, sino más bien estos insumos orgánicos. En su comunidad, 40 familias están cultivando de dicha manera, y se espera que esta misma práctica pueda ser diseminada hasta cubrir la totalidad de familias que se encuentran en la zona productora de agua, logrando así disminuir su impacto ambiental y mejorando la calidad de vida de las personas.